martes, 19 de marzo de 2013

¿Qué es el amor en la vida?

Puede que muchos subestimen el amor. Yo sin embargo lo admiro. Dicen que el amor es algo químico, algo de nuestro cerebro, y eso a algunos les apena. Puede que parezca algo simple, y para algunos incluso triste. Yo me pregunto, ¿por qué? 

¿Por qué subestimamos tanto el amor? ¿Por qué hay gente que se siente decepcionada de que sea algo "químico"? Estoy hablando de amor correspondido;  pues creo que todos o casi todos sabemos lo duro y doloroso que es amar a alguien que no te ama. Pero hoy quiero hablar del amor entre dos personas.

Pienso que el amor es lo más bonito que hay en la vida, que es una de las razones por las cuales merece la pena vivir: pues el amor está lleno de sentimientos, te conduce a ellos, a sentirlos. Porque los sentimientos es lo mejor que hay en la vida. La tristeza te enseña a valorar la felicidad, la soledad te enseña a apreciar la compañía, y el amor... el amor es simplemente la vida.

Hay gente que se dedica a juzgar a parejas por su forma de amarse y de demostrarse amor o aprecio, o por la estupidez del físico de uno, del otro o de ambos. Y tristemente, también hay gente que incluso hace sentir mal a otras personas por amar a alguien de su mismo sexo. Como he dicho, pienso que el amor es de las mejores cosas de la vida, y también es triste que haya personas que acaben separándose muchas veces por la presión de esta gente tan asquerosa. Por suerte, hay gente que intenta con todas sus fuerzas no escuchar a nadie más que a su corazón; y su corazón sólo le dice que lo que siente es amor. Su corazón se acelera al pensar, escuchar, hablar, etc. con esa persona. Su corazón le dice que lo que siente con esa persona es especial, que es con la única persona que lo puede sentir, y no es algo normal, pero sí precioso.

Y puede que este texto no sea largo, pero simplemente me apetecía escribir esto para agradecerle a alguien, aunque sea con un día de retraso, todo lo que me hizo sentir.

lunes, 18 de marzo de 2013

Deja que la lluvia golpee tu cuerpo, que lo acaricie, que lo moje. Deja que mis labios rocen los tuyos, que mi lengua pelee con la tuya. Deja que mis manos acaricien todo tu cuerpo. Déjame y te amaré.
Tal vez la lluvia te inunde, tal vez sientas que te ahogas, pero yo te ayudaré a nadar. Tal vez vengan días fríos; yo re daré todo mi calor y mi amor. Y no te desesperes en los días oscuros, yo intentaré guiarte con la luz de mi corazón, con la luz de mi sincero amor.
Cuando tu esperanza empiece a escasear, yo estaré ahí para darte razones por las cual luchar.

¿Qué me quieres?

Te daré todo mi tiempo, te dejaré todo el que tú necesites,
te dejaré espacio, y te haré uno entre mis brazos.
Te daré lo que necesites, siempre y cuando permanezcas conmigo,
pues yo te necesito.

¿Qué me quieres? ¿Qué te quedarás conmigo? Te necesito.
Y puede que si te vas, sólo habré intentado ganar.

¿Queda algo más por hacer? ¿Qué conseguí tu corazón y te asusta que lo vuelvan a romper, amor?

Y te acompañaré a dónde quiera que vayas, y puede que me quede, siempre que me dejes.
Y puede que te ame, siempre y que mi alma siga ahí. Sólo quédate,
sólo déjame ser, sólo ámame.

Ámame, quiéreme, muérdeme. Aquí estoy, y estoy y soy, y todo es por ti. Y es que lo eres todo para mi.

sábado, 16 de marzo de 2013

Tú me completas.

Me llegué a sentir tan vacío, tan hundido, tan inútil e incompleto... pero entonces llegaste tú.

Muchos piensan que el amor no es algo "tan importante como algunos dicen, que cuando pierdes a alguien, ya vendrá otra persona", yo pienso que es el mejor regalo de la vida, lo mejor que hay en ella. Encontrar a alguien que te haga sentir completo, que te ame, que esté allí para todo, que te haga sentir feliz... Y a veces, por mucho que cambie esa persona, tal vez tú sólo necesites a la anterior.

Cuando te marchaste de mi lado, dijiste que estabas cansada de que fuera tan frío, de que no fuera capaz de decir todo lo que eras para mi. No sé qué fue lo que te hizo volver, pero en serio que lo agradezco. Tenías razón cuando me dijiste que, si marchabas, todo cambiaría para mi, que te subestimaba. Que te subestimaba era en lo único en que estaba equivocada, sabía todo lo que me dabas, todo lo que valías y todo lo que eras y siempre serás, princesa.

Nunca tuve miedo a morir, pero sí a no poderte explicarte todo lo que yo imaginé contigo, lo mucho que guardé en mi corazón y no pude decírtelo; jamás fue mi elección ser así... y me arrepiento, me arrepiento de muchas cosas; cosas que me han hecho aprender, que sí, que tal vez pocas las cambié, pero que las cambiaría si volviera al pasado...

Aquí, junto a estar carta, te adjunto todo lo que escribí sobre ti. Escribir siempre fue la única forma en la cual supe decir cómo me siento, y ahí está... Siento que sea así como tenga que ser, como tengas que enterarte de todo lo que has sido para mi, lo que eres, todo... simplemente, todo...

Por cada segundo que pasa, es un segundo más que me acerca a la despedida. Sólo quiero decirte ahora, que eres lo mejor que me ha pasado en la vida, que puede que hayan pasado una, dos, las que fueran, tú eres mi mujer. La única que merece la pena. Incluso, me hiciste confiar en ti, me hiciste saber que estabas ahí para cualquier cosa, para llorar conmigo, sonreír junto a mi, e incluso para hacer cualquier estupidez sólo por verme sonreír. Desde que te conozco, siempre has sido esa chispa que iluminaba mi vida más que el mismo Sol. Tú siempre estuviste a mi lado, y yo me alegro de haberte amado, de haberte conocido, y espero que cuando me vaya seas feliz. Porque siempre me sentí un hombre nuevo al verte sonreír.

Gracias, cariño, gracias por todo.
No sé cómo será tu vida a partir de ahora, pero yo he de marchar...

Nunca olvides que te amo... 




(Relato inspirado en: Incompleto - Porta.)

martes, 12 de marzo de 2013

Lluvia.

Abrí la puerta. Hacía mucho viento y frío fuera, aunque yo iba bastante abrigada.
Desde la ventana había visto que llovía, entonces ya llevaba el paraguas. Era no muy temprano, y tampoco muy tarde, pero sin embargo el cielo era oscuro, muy oscuro. 


Encendí la música, y la puse a todo volumen, para perderme, para olvidar el mundo, para desaparecer. Guardé el móvil, y abrí el paraguas dispuesta a salir.

Comencé a caminar; no tenía rumbo, no quería ir a ningún sitio, sólo quería perderme, andar, ir a ninguna parte.

Me sentía sola, muerta, aunque el frío, la sensación de cuchillos clavándose en mi y el dolor que sentía en el corazón, me hacían recordar que seguía viva, que todavía había sangre recorriendo mis venas, que mi corazón seguía latiendo después de todo.


Seguía andando, pero cada paso que daba parecía inútil, no podía avanzar. 

Un pequeño recuerdo que llenaba mi corazón, que lo rompía a la vez, inundó mis ojos. Agaché la cabeza, y di una patada a un pequeño charco.

Grité mientras lloraba, mientras sostenía el paraguas. Me sentía muy estúpida, sentía una gran impotencia dentro, sentía ira y dolor. Pero, ¿eso a quién le importaba?

Mis lágrimas parecían calientes, ya que tenía la cara helada del frío. Estaba completamente destrozada, pero nadie podía verlo.