sábado, 18 de mayo de 2013

Amor entre otras drogas.

Podría pasarme días enteros hablando sobre el amor y la droga. Pero, y aunque no lo parezca, estoy demasiado ocupada para ello. Además, ahora no soy más que una enamorada fumada.

Y yo... yo que te escribo con el corazón; mi corazón, que late y bombea mi sangre, que me mantiene viva, que hace que pueda escribirte moviendo mis dedos y mi mano, mi corazón... El pobre que un día saldrá de mi pecho, o al menos, eso parece a veces. Pues, amor, ¡ay cuando escucho tu voz, cuanto te veo sonreír! Y cuando me tocas.... cuando me miras... Y con sólo verte, los latidos de éste, mi corazón, a veces late incluso demasiado exagerado. Y éste, que va acompañado de un cosquilleo que nace y muere en mi estómago, y de una cara de estúpida en mi rostro. 

Y tú... tú que no me lees, mientras que yo te pienso y te escribo, tú que me ves cuando yo te miro. Tú que me escuchas cuando yo te oigo... ¿me amas como yo te amo, o sólo me quieres? 

¿Y de qué me sirve amar?

Cuando la vi llorar desee no haberla conocido jamás, por el simple hecho de haberla dañado. Me sentía cruel y alguien realmente malo.

Pero, me di cuenta; de todas las sonrisas que de su hermosa boca había sacado, de sus heridas, las cuales yo había sanado. Yo la hice feliz. Yo la haré feliz. Porque, sino soy yo, ¿quién? Otros pueden causarle daño, incluso más del que alguna vez yo le hice a ella. Yo sé mis defectos, sé mis cosas buenas y sé que la había dañado. Pero sé que yo puedo arreglarla, sé que puedo unir los pedazos que hice de ella, sé que puedo hacer las cosas bien esta vez... Pero jamás sabré cómo otro la trata, y eso es lo que me mata.

Pero, cuando me decidí; cuando volví a por ella, ella ya no estaba. Había marchado a no sé dónde, con no sé quién, y hasta no sé cuándo. Pero su paradero, su acompañante y el tiempo no era lo que me importaba. Ella había marchado, había parchado para siempre. Y yo sabía que nunca jamás la volvería a tener entre mis brazos.

Y me desperté la otra noche llorando, sobresaltado. La vi a ella, estaba con otra persona. Y podía ver cómo se besaban y todo el amor que había entre ellos. Pude sentir cómo me derrumbaba lentamente. Y eso sólo fue un sueño, un sueño que tarde o temprano se volvería una realidad.

Y yo me odiaba por no poderla amar. Al menos, no poder demostrárselo.

¿Y de qué me sirve llorar? Si es que no la puedo olvidar. Si es que sólo pienso en ella, en ella y en quién ahora me iba a amar y sanar. Si para mi ella era la única. Si no podía cambiarla o compararla con ninguna otra. Si fue ella la única que no estaba en mi corazón, porque ella era mi corazón. ¿Y de qué me sirve esperar o luchar para encontrarla? si ella no iba a volver conmigo a nuestro lugar, el cual estaba tan destruido como ambos, o al menos como mi corazón. ¿Y de qué me sirve amar? Si yo ya lo he perdido todo perdiéndola a ella.

sábado, 11 de mayo de 2013

"Amy."

Y allí, sentados en el sofá de su casa, sinceramente me sentí feliz al fin.

-Mi padre se ha ido, y mi madre no vendrá en dos semanas -dijo acariciándome el pelo- Si quieres... puedes quedarte... O, ir viniendo cuando te apetezca.

Quité mi cabeza de su pecho, le miré y le dije:

-Me he peleado con mi madre... Y bueno, si a ti no te importa, me gustaría pasar la noche aquí.

Fer me guiñó el ojo.

-¿Nos hacemos uno?-le pregunté.

Él se mordió el labio, y mientras, sonreía cogiendo una caja que había en la mesita de al lado. Cogió un cigarro, lo encendió, se volvió a sentar, apoyado en el brazo del sofá.

Me acerqué a él para así fumarlo mejor.

-Acércate más... que no puedo dártelo bien -dijo con una voz muy bajita.

Me puse muy cerca suyo, puse mis piernas encima de las suyas, apoyé mi pecho contra su costado, y puse mi mano en su pecho.

Él iba fumando y poniéndome el cigarro en la boca, así todo el rato. 

En uno de sus turnos, echó una calada y me besó, con el humo en la boca. Después, simplemente me besó, sin humo ni nada, me besó y con la mano que quedaba libre empezó a acariciarme la cara.

-¿Lo acabamos ya?- me preguntó.

Le besé, y terminamos lo poco que quedaba.

Empezamos a besarnos bastante apasionados, y desnudarnos.

Cuando ambos acabamos en ropa interior, me hizo levantar del sofá, me besó el cuello, y agarrándome con ambas manos del culo.

-Súbete- me dijo entre besos.

Me alzó y llevó a su habitación, me posó en la cama y entre besos nos quitamos la ropa interior.

Él apagó la luz de la habitación, y me hizo sentir cosas que nunca antes había sentido. 

Era la primera vez que lo hacía con las luces apagadas, y aquello hizo, de algún modo, que fuese más intenso, que aunque no pudiera verle, sabía que él estaba ahí, que estábamos haciéndolo, pero el placer fue muchísimo mayor.

Fue la mejor vez en toda mi vida, no sólo por lo de las luces, sino, porque además, lo había hecho con la persona la cual llevaba colada desde el principio de mi adolescencia.

Se suponía que al final de la vida, ves una luz blanca que te guía, en vez de una oscuridad que te pierde.


La soledad me come como si fuera un depredador. Me desvanezco, me pierdo, la oscuridad me agarra con mil manos y me acera hacia ella lentamente.
Hago que soy fuerte, aunque, sin embargo, me rompo fácilmente. Mi mente juega conmigo, hace que me odie, hace que odie mi propio reflejo. Me mata esta tristeza que llevo dentro, es como si no encontrara ninguna razón. Sólo dolor cuando sólo pido algo de amor.
Me siento invisible, menospreciada, inútil… No encuentro mi lugar aquí.
¿Hay alguien que me escuche? ¿Alguien que pueda ayudarme? ¿Alguien que pudiera quedarse, en vez de marcharse?

¿Puedes ver cómo todo muere?


¿Puedes ver cómo todo muere?
Todas las paredes que construimos están ahora en el suelo; pues, era verdad todo lo que dijeron, tú y yo no teníamos futuro. Me avergüenza tener que darles la razón, me duele que todo haya acabado así. ¿Puedes sentirlo? ¿Puedes verlo?
Estoy destrozada ya, acabada. Y es cuando pienso que ya ni te quiero, que ni te pienso, que ni te lloro… y es cuando lágrimas empiezan a caer de mis ojos, y, ¿de qué sirve mentirme a mi misma?
Este vacío está haciendo que mi mente consiga estrujarme.
Mis lágrimas mojan mi rostro, y mientras me retuerzo, intento buscar un significado a esto.
Los recuerdos me destruyen cada noche. Mis sueños, los que me hacen vivir momentos, recordar antiguos deseos... no hace más que causarme dolor en el corazón, y eso es lo que siento... cómo poco a poco muero por dentro.