domingo, 20 de abril de 2014

Siempre vuelven para dañarnos.

Lo peor es cuando ves que las cosas nunca van a ser lo que eran. Que no eres tú quien puede controlar la situación; que este problema no es como los otros, que tú no puedes intentar cambiar nada: pues sería un esfuerzo en balde. 

Entonces es cuando tu mundo empieza a romperse. Las cosas no están bien, y tu alma muere. Tus ojos se llenan de lágrimas y te das cuenta que las adicciones siempre vuelven. Siempre vuelven para dañarnos.

¿Por qué no?

Podríamos plantearnos ciertas cosas.
Podríamos plantearnos cómo tomar las riendas del camino, cómo vivir nuestra vida, o cómo tomar café esta mañana.
Pero posiblemente, no debamos pensar tanto en ciertas cosas. Posiblemente deberíamos vivir la vida de la manera en la que ésta se nos presente, ya que Nosotros somos éste. Y la vida te ha puesto en mi camino para agarrarte la mano, mirarte a los ojos y no mirar cuán alto estamos del suelo, para que el vértigo no me ataque. Te ha puesto en mi camino para que mi sonrisa pare mis lágrimas, para que vivamos y no miremos hacia dónde nos puede llevar la vida. Así que, ¿por qué no?